9 DE ABRIL, |
Extracto: ¡Me carga la chingada!, me oyen gritar mientras humedezco de orines el tronco de un cazahuate, ¡ya estoy harto! Las mentadas son lo común entre la tropa y no hacen caso al escucharme. Lo inusual, opinan entre disimulados cuchicheos, dos o tres, es el imperceptible, lento cambio en mi proverbial mirada, cada vez más taciturna, hosca, enigmática, ocultando algo a las habituales furias. Las soldaderas me preparan el rancho; se enfría intacto en la escudilla, la ignoro cuando me la ofrecen. Con la muina apenas contenida, enciendo el puro con una varita seca prendida en la fogata; exijo a un vale mi acostumbrada botella de licor, y me alejo del grupo. Mis lugartenientes se atragantan las advertencias y consejos preparados; por el ademán firme de mi mano entienden lo inconveniente del momento. Paso de largo, las espuelas le sacan chispas al polvo, y dejo a mis espaldas el campamento con la vista de mi escolta fija nomás en mí. |
. Silvia L. Cuesy.
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