Corrido a Zapata
Si Madero alzó en el norte
su aguerrida cabalgata
en el ser lució su porte
un gran general: Zapata.
Sin muchos medios ni cobres,
vino a jugarse un albur;
con campesinos del sur
hizo su tropa de pobres.
Loa a Emiliano Zapata
Capitán de la
tierra, Señor de los labriegos!
déjame hacer la nota de tus altos honores,
no en el violín dolido de lágrimas y ruegos,
sino en la caña limpia, clarín de los pastores.
Altivo y montaraz; noble, rebelde,
incultivado,
señor, tú no eras de esos lujosos capitanes
que hace la estatua en su sillón dorado;
tú hiciste a fuego el milagro de los panes!
Tu lucha, señor, no era el
combate transitorio,
la fugaz marea, el odio de la turba pasajera;
era la tuya, pelea esencial de un territorio;
sin tierra no hay destino, ni sueño, ni bandera.
Padre del surco, Señor de la
tierra liberada;
bastará un rincón de tierra fresca
de patria fértil, de patria cultivada,
para que el fruto de tu hazaña crezca.
El pueblo te dirá su amor y
su esperanza,
héroe sin muerte, sin término y sin fecha,
en un canto de arados en labranza!
y en un himno de trigos en cosecha!