DE LOS MITOS |
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Luego de un decenio de pintura no figurativa, los artistas de los años 1980 y 1990 han revisitado la cultura mexicana, asociándole sus visiones personales que integran aportes del surrealismo, del fantástico y del pop’art. Sus producciones se caracterizan por la parodia, el sentido de humor, la provocación y el blasfemo. Herederos, aunque de diversas maneras, de Frida Kahlo y de María Izquierdo, toman la libertad de asociar las imágenes de su vida personal (el culto de sí mismo) con las de lo quotidiano y de la historia mexicana. Ahora sus propios héroes, esos artistas provocan, poniendo en escena confrontaciones iconográficas absurdas o situaciones irracionales; convierten los objetos de lo quotidiano en iconos; se apropian el arte popular, las imágenes religiosas, la escultura precolombina ; actualizan prácticas indígenas (vestimenta típica, objetos rituales). Las obras de Julio Galán y de Naum B. Zenil están lejos de la producción de los mitos colectivos del héroe (por ejemplo, Emiliano Zapata) que habían trabajado sus predecesores, desde Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. |
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