JUSTICIA SIN |
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Si consideramos las rebeliones populares como irrupciones semióticas, procesos generadores de sentido y de nueva información; si además tenemos en cuenta la memoria de la cultura, el mecanismo de selección y actualización constante de diversos textos, en este caso textos de dominación; podría expresarse el desafío cultural de la rebeldía en términos de una contradicción: la necesidad de romper el orden injusto y tener que hacerlo a partir de los recursos y condiciones que existen en un momento dado, es decir, dentro de un sistema dominante y semióticamente dinámico. Planteado en términos de Iuri Lotman, el asunto principal a tratar se refiere a los mecanismos que le permiten a un sistema semiótico que, aunque cambie el contexto social, conserve su homeoestaticidad, es decir, siga siendo él mismo. Sin afrontar esa capacidad cultural del sistema dominante, las aspiraciones de una sociedad liberada pueden quedar en el terreno de los buenos deseos (Lotman 1998). Para examinar este problema, me apoyaré en las aportaciones de Lotman acerca del funcionamiento del sistema semiótico y haré referencia a la Revolución del Sur que jefaturó Emiliano Zapata. Esa experiencia histórica muestra que el reto cultural es más complejo que solamente resignificar o cambiar los usos de los códigos existentes. Ahí comienza la
subversión cultural, pero se profundiza cuando rompe el ‘orden
natural’ o ‘civilizado’ de las cosas, cuando la gente cuestiona
la existencia misma del verdugo y no sólo sus actos excesivamente
crueles. |
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