MIRADAS AL |
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Pero el presidente Madero tendría su propia visión del problema campesino después de mayo de 1912, cuando entendió la proyección simbólica de Zapata y de la atención al problema agrario como herramienta política de cambio social. Entonces ordenó la redimensionalización de la guerra (con la sustitución del rudo y aun cruel general Juvencio Robles por el mucho más generoso general Felipe Ángeles), e imaginó un paisaje zapatista que quedó apenas bocetado. A finales de ese 1912, al tomar posesión como gobernador del Estado de Morelos, el ingeniero Patricio Leyva señaló la misma llaga cuando afirmó: “No es verdad que los zapatistas pretendan la repartición de terrenos; su deseo, y creo que tienen derecho a exigirlo, es la reconstitución de los ejidos, que se les devuelvan las pequeñas propiedades que les fueron decomisadas (...) [Este acto de justicia] hará volver a las labores agrícolas a muchos que hoy tienen el carácter de revolucionarios” (Womack, 1969).
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