PEQUEÑOS APUNTES |
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Un día me mandaron al campo a rastrear una acahualera seca con una burra arrastrando ramas, pero como a las diez de la mañana vi que en el camino real que va rumbo a Tiopantlán estaba pasando un grupo de rebeldes y de inmediato amarré la bestia con todo y rastra de ramas, colgué el bule de agua y el bastimento y corrí al camino a decirles a tres individuos que iban a caballo y armados: - Oigan señores, como haré o a quien le digo para agregarme con esta gente que está. Uno de los tres se llamaba Rafael Enríquez y era cabecilla de un grupo como de 10 a 15 hombres y le dijo a uno de los que iban atrás que llevaba un caballo de mano (matalote): - Oye tú Macedonio préstale a ese chamaco el caballo y toma esta cobija para que la doblen y se la pongan en el lomo para que el chamaco no se vaya en pelo y llegando a Huehuetlán el Grande, allí lo vamos a anotar en la lista para que lo tomen en cuenta. Allí monté a caballo y aunque sin arma, pero ya hacia bulto; llegamos a Huehuetlán y nos fuimos a acuartelar en una huertas. De allí me mandaban cortar zacate para los caballos y les iba a dar agua; para comer me mandaban a pedir tortillas a las casas y con cualquier tostón o veinte que me daban compraba blanquillos que me los vendían a dos por cuartilla o sea a centavo y medio cada huevo. Las más de las veces todo conseguía regalado. Allí estuvimos en ese pueblo como 12 o quince días porque diariamente estaban llegando partidas de muchas partes de los estados de Puebla, de Morelos y hasta de Guerrero. Todas las fuerzas allí
reunidas pertenecían al mando supremo del Sr. General Francisco
Mendoza, a quien todos reconocíamos y respetábamos
como Jefe de la División del Ejercito Libertador del Sur
y Centro del que era el Jefe máximo El General en Jefe Emiliano
Zapata. |
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